Mejores frases La fiesta de la insignificancia de Milan Kundera
La fiesta de la insignificancia, una de las más recientes novelas del escritor checo Milan Kundera, está, como siempre, cargada del estilo y filosofía de este gran escritor.
La fiesta de la insignificancia, una de las más recientes novelas del escritor checo Milan Kundera, está, como siempre, cargada del estilo y filosofía de este gran escritor.
Estas son las mejores frases de este libro publicado en 2014.
Mejores frases de La fiesta de la insignificancia
“Y cuidado con el sentido exacto de esa palabra: un Narciso no es un orgulloso. El orgulloso desprecia a los demás. Los subestima. El Narciso los sobrestima porque observa su propia imagen en los ojos de los demás y desea embellecerla. De modo que cuida muy amablemente todos esos espejos.”
“La gente se va encontrando en la vida, discute, se pelea, sin darse cuenta de que se interpelan de lejos los unos a los otros, cada cual desde un observatorio situado en distinto lugar en el tiempo.”
“Esa capacidad aritméticamente medible que no se distingue entre distintos individuos sino cuantitativamente”
“Comprendimos desde hace mucho que ya no era posible subvertir el mundo, ni remodelarlo, ni detener su pobre huida hacia delante. Sólo había una resistencia posible: no tomarlo en serio.”
“Había comprendido muy pronto que no había motivo para contener su buen humor, ya que las chácharas ligeras y alegres convierten al hombre trágicamente enfermo en un ser aún más atractivo y admirable.”
“La insignificancia, amigo mío, es la esencia de la existencia. Está con nosotros en todas partes y en todo momento. Está presente incluso cuando no se la quiere ver: en el horror, en las luchas sangrientas, en las peores desgracias. Se necesita con frecuencia mucho valor para reconocerla en condiciones tan dramáticas y para llamarla por su nombre. Pero no se trata tan sólo de reconocerla, hay que amar la insignificancia, hay que aprender a amarla.”
¿De qué trata La fiesta de la insignificancia?
Proyectar una luz sobre los problemas más serios y a la vez no pronunciar una sola frase seria, estar fascinado por la realidad del mundo contemporáneo y a la vez evitar todo realismo, así es La fiesta de la insignificancia. Quien conozca los libros anteriores de Kundera sabe que no son en absoluto inesperadas en él las ganas de incorporar en una novela algo «no serio».
En La inmortalidad, Goethe y Hemingway pasean juntos durante muchos capítulos, charlan y se lo pasan bien. Y en La lentitud, Vera, la esposa del autor, dice a su marido: «Tú me has dicho muchas veces que un día escribirías una novela en la que no habría ninguna palabra seria… Te lo advierto: ve con cuidado: tus enemigos acechan».
Pero, en lugar de ir con cuidado, Kundera realiza por fin plenamente en esta novela su viejo sueño estético, que así puede verse como un sorprendente resumen de toda su obra. Menudo resumen. Menudo epílogo. Menuda risa inspirada en nuestra época, que es cómica porque ha perdido todo su sentido del humor. ¿Qué puede aún decirse? Nada. ¡Lean!
Como todas las obras de Kundera me deja con ese sentimiento de haber viajado hacia un punto de observación de la vida y de la existencia que no se encuentra tan fácilmente .